miércoles, 20 de octubre de 2010

Descuidos que se disfrazan de inculpación

De antemano, nuevamente disculpas por un nuevo post no relacionado con tecnología.

Por estos días hemos visto con dolor cómo las páginas de diarios, revistas y notas de TV y radio se llenan de noticias trágicas que ocurren al interior de centros comerciales.


Para colmo de males, los protagonistas de estas dolorosas situaciones terminan siempre siendo niños. Inocentes víctimas de lo que yo llamo 'descuidos que se disfrazan de inculpación'.

Hasta el cansancio ví, leí y escuché los casos de los niños que terminaron mutilados en una mano o pie en las escaleras eléctricas de Unicentro. En ambos casos, las declaraciones de la madre o padre del niño comenzaban con un "íbamos subiendo la escalera, cuando me dí cuenta, el niño comenzó a gritar". ¿Cuando me dí cuenta? ¿Acaso iba subiendo una escalera eléctrica, con su hijo de 4 años, sin estar pendiente del niño?
Podrán decirme lo que quiera, pero como padre yo no hago eso nunca. He visto con mis ojos en centros comerciales y almacenes, cómo niños chiquitos juegan solitos en las escaleras eléctricas o terminan subiendo sin compañía de sus padres, quienes sólo atinan a llamarlos a gritos desde la parte de abajo o arriba, con desdén.

La más reciente tragedia, en el centro comercial Imperial de Suba, registra un extraño accidente de un padre que cae desde un segundo piso con un bebé de meses en sus brazos. ¿Y el coche? ¿El canguro? ¿Perder el equilibrio en una baranda? No existe mejor prueba de que cuando se unen descuido y destino, suceden este tipo de horrorosas tragedias. Entonces, ¿por qué querer inculpar ahora al centro comercial? ¿Porque no tenía un letrero en las barandas que dijera "si se sienta en la banda de esta rampa eléctrica se puede caer y se va a matar"? Por Dios!

Es entendible que en medio del dolor, inimaginable para quienes no lo hemos vivido, los padres de estas víctimas terminen inculpando a todo el mundo. Pero vemos que la ambición jurídica se posa sobre las 'victimas' para tratar de inculpar a terceros por un clarísimo descuido de su parte.

Y a lo mejor exista lugar jurídico a una demanda, y más aún en un ambiente legislativo como el colombiano en donde la interpretación de las normas es la que manda. Pero nada tiene que ver el caso del niño que muere en un accidente ocasionado por un ascensor en mal estado, o ahogado por culpa de un tubo de succión en una piscina de un hotel, ambos casos de dolo directo de la empresa vinculada, a estos casos en los que el descuido termina en un accidente que la mínima responsabilidad paterna y el sentido común hubiesen podido evitar.

En el caso de Unicentro, la presión social propia de la cultura de la inculpación, terminaron llevando a la directivas a hacerse propia la culpa del accidente, en un afán por disminuir la afectación de la marca por el movimiento de usuarios que impulsaron un veto y un llamado a que la gente no volviera al lugar. Aunque, ¿dejarían ustedes de ir a la Costa Azul por la cantidad de personas que se ahogan accidentalmente allí al año? ¿No volverían a la Capilla Sixtina por la cantidad de turistas heridos tras caer accidentalmente por las escaleras del lugar? Son accidentes!!!! Son DESCUIDOS!!!! y por tanto responsabilidad de cada quien y su bajísimo sentido común.

Insisto, todas estas situaciones son 'accidentales' y para que los accidentes ocurran se necesita del descuido de alguien (o de el designio de Dios, quien así lo quiso).

Por lo pronto, como todos ustedes, me lamentaré siempre junto a estos padres que se ven envueltos en tales tragedias. Lloraré con ellos, por efecto de espejo, del dolor de perder a sus hijos o de verlos seriamente mutilados. Oraré por la recuperación completa de los niños afectados. Pero claramente, no culparé a la falta de un letrero en un sitio público para saber que debo estar atento y responsable de las medidas mínimas de seguridad y sentido común para mantener a salvo a mis hijos.