martes, 29 de enero de 2013

Cuando el fantasma de la inseguridad nos toca a nosotros...

Son tantas y tan comunes las noticias de violencia e inseguridad que a diario recibimos por todos los medios, que para el colombiano promedio dicho fenómeno se volvió paisaje. Una característica más de la cotidianidad de nuestro país, nuestras ciudades, algo con lo que toca lidiar y acostumbrarse a vivir. Claro, hasta el día en que nos toca cargar al hombro con esa lora. Literal, a mi me tocó ya. Gracias a Dios, sin consecuencias graves, ni heridas, ni nada.

Caminando por la calle, con mi esposa y mi concuñado, luego de comprar unos postres en una lugar de la ciudad muy concurrido en donde existen varios locales que los venden, hacia las 2 de la tarde, un muchacho se me colgó al cuello para robarme mi cadena. Obvio, di papaya. Y no lo digo por llevar la cadena a la vista, sino por olvidar la verdadera situación que vivimos de delincuencia e inseguridad en Bogotá. Son nanosegundos de confusión. Afortunadamente nuestro cerebro trabaja a esa velocidad: "Abrazofuerte-¿es un amigo?-Jalonazo-!me rompió la camiseta!-escucho insulto-!me está robando delante de todo el mundo!-codazo-ladrón huye". Todo pasa tan rápido que no hay tiempo para reaccionar como se debiera. Y menos mal, pues sería peor enfrentarse a unos muchachos que, con tal de no dejarse atrapar, harían lo que fuera. Además, mi hija estaba a escasos metros de la escena. Venía hacia mi corriendo cuando ocurrió todo. Queda mucho por reflexionar. Lo normal sería maldecir a la ciudad, al país. Agobiarse y volverse paranoico. Yo creo firmemente que esta situación es el resultado de la corrupción política que por décadas, desde siempre, nos ha gobernado. Esa corrupción sistemática que se ha llevado los recursos de todos a las arcas de unos pocos. Es así como para muchos la única oportunidad es delinquir y, claro, a fuerza de hacerlo, hacer de esa 'actividad' un estilo de vida, como el caso de 'Byron' (así lo bauticé), el muchacho de unos 40 centímetros menos de estatura que yo, bien vestido y peinado, que me miraba a la cara mientras corría a la moto que lo esperaba para escapar. Le vi su cara de susto. Él seguro vio la mía. Ambos quedamos frustrados. Byron por no llevarse mi cadena y yo por creer que este tipo de cosas sólo le pasaban a los que salen en las noticias a diario, baleados y acuchillados, muertos, por alguna pendejada que uno carga encima.
(Foto tomada de Elheraldo.com.co)