jueves, 23 de agosto de 2012

El peligro de inventarse personajes

No soy amigo de los programas realitie, o reality, o como se escriba. También soy claro al decir que tengo pocos insumos para opinar al respecto. Me vi uno, el primero, ese que ganó un mecánico rasta en una isla. Y creo que parte del primer Protagonista de Novela. De resto, nada, es decir, mi crítica no es desde lo argumentativo sobre tal formato de TV. De hecho la empresa para la que trabajo ahora lanzó un programa de este estilo.
Sin embargo, no deja de causar preocupación lo que pasó con este muchacho Óscar de Protagonistas de Novela. Y no lo digo por lo sucedido, lo de la crisis de nervios, el intento de suicidio y la amenaza con un arma cortopunzante a otro concursante, según cuentan algunos sitios.
Mi inquietud es sobre la responsabilidad de la empresa de televisión que se encarga de la producción. ¿Le cabría un juicio de responsabilidad no sólo moral, sino civil y hasta penal, por lo sucedido?
Vamos por partes. Saber que este muchacho, por su origen, personalidad, evidente afán de protagonismo, sería un personaje complicado y riesgoso de controlar, era evidente. No había que ser psicólogo para darse cuenta, durante la prueba de ingreso, que el man estaba rayado. Y allí viene lo grave: lo escogieron por eso mismo. Sin duda para la producción, esa personalidad encajaba perfecto con la receta.
Lo que sé de ese muchacho lo leí en medios como Kienyke. Alguna vez lo vi unos minutos, cuando mi esposa (creo que por fastidiarme en una discusión sin importancia) me quitó el control del TV y sintonizó el programa.
El juego con lo emocional no tiene límites en esos programas. Acá le llevaron al papá, cuando lo eliminaron del show. Hay rumores que dicen que luego de esto intentó suicidarse. Foto tomada de Kienyke.com

Lo triste y aún mas desolador es que Óscar es precisamente una creación de esa mala TV. No me refiero al Óscar enfermo de hoy, el hospitalizado. Aludo a esos jóvenes en nuestras ciudades y provincias que han sido criados por las novelas, programas insulsos, con valores sociales débiles, de sueños banales, con figuritas de papel que giran en torno a la belleza y la fama, la pataleta y la idea de que de esa manera se logra el éxito, la plata y la oportunidad de trasgredir lo establecido, por 'ser famosos'.
En Colombia, en nuestros pueblos, hay miles de Óscar. Hombres y mujeres que sueñan muy en serio con lograr esa promesa de éxito y felicidad que les ha construido la paupérrima TV nacional 'de entretenimiento'.
Claramente por eso este muchacho es como es. Frágil, agresivo, inestable emocionalmente, luchando a diario por crearse una personalidad que sigue a medias, combatiendo (con los valores que ha visto en sus novelas) con las adversidades sociales, con la socialización misma. Estoy seguro que un análisis sicológico a Óscar arrojaría resultados reveladores.
Este caso, ojalá me equivoque, se le saldrá de las manos a la empresa productora. Jugar a inventarse personajes, esta vez, les desbordó los planes. ¿Qué pasaría si, Dios no quiera, la historia de este muchacho termina en tragedia?
Algunos dirán que no. Que el raye de personas como Óscar no pueden ser achacado a la TV y su contenido. Pero desde mi óptica, creo que sí es así, por lo menos en una porción importante. No por nada se ha armado semejante polémica en torno a series como la de Escobar, que muy bien hecha, actuada y producida está, pero de valores éticos y morales para los más jóvenes, pocón.
Es triste verlo de esta manera. Lastimosamente seguiremos así. Con una TV formando a 'Óscares', los cuales, en su momento y cuando lo necesite, usará para seguir alimentando su triste fábrica.

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